Enseñar en tiempos de cuarentena

Escribo estas líneas porque los debates a favor y en contra de la escolarización a distancia en tiempos de cuarentena me han dado mucho en qué pensar, y quisiera dejar mis puntos de vista en algún lado, al menos para poder volver sobre ellos cuando ésto pase. Dado que no son pensamientos sistemáticos, los planteo como ítems.

Antes de comenzar, planteo mi posición: estoy completamente a favor de que la escuela no se haya detenido por la cuarentena. Mis reflexiones deben leerse desde ese lugar.

Algunos plantearon que el sistema educativo no estaba preparado para una situación así. Coincido en parte. Estoy de acuerdo en que los profesores que formamos el sistema educativo no estamos preparados para una situación así. Pero eso no puede adjudicárselo al sistema educativo como tal. Hemos tenido cientos de oportunidades de formarnos -incluso de manera gratuita- en utilización de recursos TIC. Muchos de nosotros tenemos en nuestros legajos antecedentes de formación en ese sentido, muchos o pocos, no importa. Lo que hay que repensar, entonces, es qué valor tiene la formación continua si no logra impactar en las prácticas reales de los educadores. La cuarentena puso en evidencia lo que muchos ya sabemos: el sistema de formación continua se utiliza para competir en las escalas de valoración, pero no para formarnos.

Cabe decir, también, que muchos docentes están haciendo lo imposible. Son casos aislados, pero existen: docentes que no tienen internet pero trabajan desde el teléfono, docentes que viven en el campo y se vienen a una zona con señal una vez al día para ver los mensajes y responderlos, docentes que (¡sorpresa!) también son padres y ayudan con sus hijos en sus tareas, sin dejar de dar clases a distancia y con los recursos que haya disponibles…

Se señala que los hogares tampoco están preparados, que la convivencia 24/7 y el trabajo home office y la escuela compiten por la (única) computadora, además de que la convivencia y la cuarentena generan otras situaciones cotidianas que requieren de tiempo. Es difícil de discutir este planteo. También es difícil de generalizar. Pero me parece interesante hacer notar tres cuestiones al respecto. La primera de ellas, es que permite ver la inconsistencia de los discursos que -antes de la cuarentena- circulaban por todos lados: que todos los chicos tienen teléfono celular de último modelo, que todos viven en la compu o en la tablet, que viven en internet en las redes sociales… esa generalización era tan engañosa y difícil de generalizar como lo es ahora decir que no hay recursos tecnológicos suficientes en los hogares. También es ficticio suponer que todos los padres hacen home office.

La segunda cuestión relacionada con esto, es que muchos están cobrando conciencia de lo que implica en verdad el tiempo escolar. Los alumnos siempre han tenido actividades, sólo que una parte de ellas las realizaban en el turno escolar, y lo que quedaba pendiente para el hogar a veces se hacía con compañeros, a veces solo, y a veces no se hacía.

La tercera, es que los discursos pedagógicos en torno de las TIC son investigaciones situadas que casi nunca validamos en nuestras escuelas. ¿Cuántas escuelas poseen relevamientos de los recursos TIC, conexión a internet, etc., con que cuentan sus estudiantes? Sabemos que las enormes brechas sociales existen. Lo que no sabemos -con datos cuantitativos, no sólo suposiciones- es qué tan enormes son en nuestra escuela, con nuestros alumnos. Datos negativos en relación con esto me pondrían en la vereda de enfrente y sería el primero en plantear que sin comunicación, la enseñanza es imposible.

Otro argumento, quizás el más serio. Los alumnos no pueden aprender solos, sin el acompañamiento del docente. Estoy de acuerdo: sin el acompañamiento no se puede. Pero como docente, y escuchando a mis colegas, estamos desbordados y atendiendo consultas todo el tiempo. Quiero decir: acompañamiento hay. Quizás no con la urgencia que permite la presencialidad, pero el acompañamiento existe. Obviamente, si un alumno pide ayuda en el horario que tiene disponible, es probable que su disponibilidad no coincida con la de su profesor. El aula permite hacer aclaraciones generales que el whatsapp (el recurso más usado) no siempre posibilita.

Y dado que esta página, en definitiva, es una página de psicología educacional, no puedo evitar referirme a la idea de que no se puede aprender solo. Claro que se puede, pero requiere de estrategias que -debemos reconocer- no le hemos proporcionado a nuestros estudiantes. Los hemos hecho dependientes de la enseñanza a tal punto que no podemos pensar en otro modo de aprender. (Me guardo las referencias teóricas, pero algún colega seguramente pensará en Jacotot y Ranciere).

Una variante del argumento anterior, es que no se puede aprender algo nuevo, ni evaluar, a distancia. Dado que lo dicen más que nada los profesores, les contesto simplemente esto: la mayor parte de nuestra formación continua es a distancia. Hacemos cursos, postítulos, y hasta posgrados a distancia, nos evalúan, elaboramos trabajos, recibimos devoluciones, nos dan conferencias… ¿Acaso no aprendemos así? Si el planteo es «nosotros sí podemos, pero los chicos no», entonces vuelvo a mi respuesta anterior: el problema no son ellos.

Otros han planteado que, en estos tiempos, lo necesario es crear lazos más humanos que centrados en el currículo. No creo que sean incompatibles. Ambas son necesarias, y de hecho, todos los educadores lo hacen e hicieron siempre, no es un requerimiento nuevo, aun cuando la situación sí lo sea.

Finalmente, y en relación con lo mismo: la docencia es un «oficio del lazo», según la bella expresión de Graciela Frigerio. El lazo es necesario, no podemos no construirlo. Pero la escuela debe construir ese lazo desde el saber. Esa es su especificidad. No nos contentaríamos con que la medicina (que es también un oficio del lazo) nos ofrezca contención emocional, no es su especificidad: su especificidad es cuidar la salud. Defender el vínculo con el saber es nuestro modo de crear y sostener lazos. Que el desequilibrio del coronavirus sirva para construir nuevos modos en que nuestros estudiantes se conecten con el saber.

#QuedateEnCasa

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